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El Mito de Enmerkar y Ensuhkeshdanna es de una larga composición sumeria -282 líneas-, catalogada como zami y registrada en numerosas tablillas, sin que ninguna de ellas contenga la totalidad del relato, redactada aproximadamente hacia el año 1900 a.C., da a conocer otro interesante mito, centrado nuevamente en la figura de Enmerkar, el rey de Uruk, a quien el señor de Aratta, éste, ahora, de nombre conocido: Ensuhkeshdanna, le disputa la supremacía política, de acuerdo con planteamientos religiosos.
Aparte de su innegable interés literario (verdadero poema épico, desarrollado en estrofas) e histórico (luchas mantenidas a comienzos del tercer milenio a.C.), debe remarcarse su contexto religioso (alusión al rito del matrimonio sagrado) con la presencia por primera vez, en la Historia, de dos magos, hombre y mujer: Urgirnunna y Sagburru.
Mitología Sumeria
La gran ciudad de Uruk
¡Uruk, obra de ladrillo que se alza en la brillante llanura! ¡Kullab, ciudad que ha crecido alta entre el cielo y la tierra! ¡Uruk, cuyo nombre es Arcoíris, arqueándose en el cielo con un resplandor multicolor! ¡En verdad, estando en el alto cielo como la luna nueva! Los grandes me están construidos lujosamente, la lustrosa Montaña fue fundada en un día favorable. Como la luz de la luna está brillando sobre la tierra; como la brillante luz del sol está irradiando sobre la tierra; como la vaca, el cabrito y el ternero está surgiendo, debido a la abundancia.
Uruk: su gloria alcanzaba la Tierra alta, su brillantez, que es genuina plata refinada, cubría a Aratta como un vestido, la envolvía como lino. En aquel momento, el día era “señor”, la noche era “soberana”, Utu era rey. Vivían, en aquel tiempo pasado, dos personajes. Uno era el ministro del señor de Aratta: su nombre era Ansiggaria. El otro era el ministro de Enmerkar, el señor de Kullab: su nombre era Namennatumma.
Sigue una laguna de tres líneas.
Desde ese día, desde esa noche un señor -el señor de Kullab- es él. Un príncipe, desde esos días, es él. Él era un hombre nacido para ser dios. Él era un hombre manifestado como un dios. Con este señor de Uruk y señor de Kullab él -el señor de Aratta- entabló una disputa. El señor de Aratta, Ensuhkeshdanna, entró en ella.
El mensaje del Señor de Aratta
En primer lugar, en lo que respecta a Uruk, el señor de Aratta le dijo a su mensajero:
-Marcha a Uruk y dile a su rey que se me someta. Que el señor de Uruk lleve el yugo. Cuando se me haya sometido, realmente sometido, nuestra situación será esta: “él puede vivir con la diosa Inanna en el Egar, pero yo viviré con Inanna en el templo Ezagin de Aratta.
Él puede estar con ella en la espléndida cama, pero yo estaré en dulce sueño con ella en la cama adornada. Él podrá ver a Inanna por la noche en un sueño, pero yo conversaré con Inanna cara a cara, cuando esté despierta”.
Después de haberle indicado estas instrucciones en las que el señor de Aratta esgrimía prioridades religiosas frente a Uruk, centradas en el matrimonio sagrado, Ensuhkeshdanna siguió diciéndole a su mensajero:
-“Él podrá comer el ganso cebado, pero yo no lo probaré. Yo no mataré al ganso, que seguirá produciendo sus huevos y que me serán traídos en una cesta. No pondré su cría en mi cazuela; tampoco la pareja del ganso servirá para mi olla.
En cualquier caso, como no lo voy a matar, el ganso cebado no abandonará la orilla del río. Cuando los ensi del país se hayan sometido, entonces comerán conmigo. El señor de Uruk sabe que el comer significa sometimiento, aparte de que comer gansos acarrea mala suerte”.
Este fue el mensaje que el rey de Aratta le envió a Enmerkar de Uruk.
El mensajero corrió como un carnero salvaje, voló como un halcón, salió de Aratta al amanecer, al atardecer cruzaba las montañas. Como un enjambre al alba, se fue enseguida por el campo abierto; como un enjambre a media noche, llenó el interior de las montañas.
Como pértiga él permanece al lado, como un onagro salvaje de Sakkan corre por las montañas, como un grande y poderoso onagro él corrió, se apresuró cual onagro esbelto y ágil que quiere correr. Iba al amanecer como un león suelto en el campo. Corría rápido como un lobo que coge un cordero. Tras haber arribado a Uruk, acudió a presencia del señor, entrando en el sagrado gipar.
Mensaje para Enmerkar
Ante la majestad del rey de Uruk el mensajero dijo:
-Mi rey me ha enviado ante ti. El señor de Aratta, Ensuhkeshdanna, me ha enviado ante ti. Mi rey ha declarado esto: “Que se me someta. Que el rey de Uruk lleve el yugo. Cuando se me haya sometido, realmente sometido, entonces él puede vivir con la diosa Inanna en el Egar, pero yo viviré con Inanna en el Ezagin de Aratta”.
El mensajero repitió una a una todas las palabras que su rey le había dicho, sin omitir el más mínimo detalle. Ante aquel mensaje, el señor de Uruk reaccionó.
-Yo no puedo someterme a Aratta, pues el señor de Uruk es su timón, él es su cepo de ancla que se afianza sobre ellos, tiene ascendencia sobre el lugar de sus cimientos. El señor de Uruk es su halcón, que vuela en el cielo, él es su trampa. Además, la obra de ladrillo del templo de Aratta es subsidiaria de Uruk.
Laguna de dos líneas.
-Ensuhkeshdanna -continuó diciendo el rey de Uruk al mensajero- puede vivir con Inanna en el Ezagin de Aratta, pero a mí la diosa me dejará vivir con ella cuando desde el cielo baje a la tierra. Él puede estar con ella en dulce sueño en la cama adornada, pero yo estaré en la cama espléndida de Inanna, que está llena de puras plantas. En la parte trasera de la cama, en el friso que la decora hay un león ug y en el cabecero un león pirig. El león ug caza al león pirig, el león pirig caza al león ug. El león ug está cazando al león pirig, el león pirig está cazando al león ug.
Un ritual sagrado
Después de describirle el friso ornamental de la cama, el rey de Uruk hizo una clara alusión al matrimonio sagrado tenido con la diosa.
-Dile a tu rey que el día no amanecía y que la noche no acababa de pasar. Yo mismo acompañé a Inanna durante quince horas dobles. Utu, el sol, no mirará en mi sagrado mush, cuando Inanna entre en mi sagrado gipar.
Y Enmerkar continuó diciendo:
-Enlil, la auténtica corona, el cetro de los dioses, Ninurta, el hijo de Enlil, me tuvo en su regazo como el pozo tiene al pellejo de agua. Aruru (Ninhursag), la hermana de Enlil, me ofreció su pecho derecho, también me ofreció el izquierdo.
Cuando hube subido al templo, la sacerdotisa nu-gig gritó como un joven pájaro Anzu (Imdugud); cuando hube subido allí, aunque ella no es un pato joven, ella graznó como uno joven. Desde la ciudad de su nacimiento, ¿qué ciudad fue construida como una ciudadela?
¡Que Inanna viva en Uruk! En cuanto a Aratta, ¿qué le ocurrirá? ¡Que ella viva en la obra de ladrillo de Kullab! En cuanto a la Montaña de los lustrosos me, ¿qué se le va a hacer? Durante cinco años, durante diez años, la diosa no irá a Aratta. ¿Cuándo podrá ir ella a Aratta, la gran sagrada dama del templo Eanna?
Los que estaban presentes en aquella recepción, tenida con el mensajero de Aratta, tomaron consejo sobre ello. Los de Uruk comprendieron las palabras de su rey. La diosa no podía ir a Aratta. Enmerkar, además, añadió a sus palabras anteriores, parte del mensaje que había recibido del señor de Aratta, pero expresado en sentido contrario. Por eso, dirigiéndose al mensajero, le dijo:
-El que no tiene nada no comerá el ganso cebado. Respecto a mí, que la diosa me deje comer el ganso cebado. Yo me comeré el ganso y también sus huevos, traídos en una cesta. Su cría será para mi cazuela, la pareja del ganso será para mi olla.
Por supuesto, dado que existe abundancia de gansos y tengo suministro continuo de ellos, el ganso cebado no abandonará la orilla del río. Y cuando los ensi del país se hayan sometido, ellos comerán conmigo. Esa será la señal de mi poderío.
La asamblea de Ensuhkeshdanna
El mensajero de Enmerkar marchó a Aratta. Llegado a ella, acudió de inmediato ante Ensuhkeshdanna. Se acercó al sagrado gipar, su muy santo lugar, al muy sagrado lugar donde está sentado el señor de Aratta. A la vista de aquellas noticias, Ensuhkeshdanna pidió consejo. Buscó una respuesta. Los ayudantes ishib, lu-mah, gudu y girsiga que habitan en el gipar se reunieron y tomaron consejo.
-¿Qué le diré a él? -preguntaba el señor de Aratta-. ¿Qué le diré? Al señor de Uruk y señor de Kullab, ¿qué le diré? Su toro arremetió contra mi toro. El toro de Uruk se comportó con arrogancia. Su hombre trajo fuerza contra mi hombre. El hombre de Uruk se comportó con arrogancia, su guerrero arrojó fuerza contra mi guerrero. El guerrero de Uruk arrojó fuerza contra mi guerrero.
Apenas había acabado de hablar, la Asamblea reunida allí, le respondió de inmediato:
-Tú precedes al señor de Uruk. Las grandes hazañas de Enmerkar, el propio Enmerkar se las contó al mensajero. No debías haber dejado que hiciera eso Enmerkar, deberías haberlo hecho tú mismo. Tu corazón deberá entenderlo. Opinamos que debes someterte.
Aquellas palabras no agradaron en absoluto a Ensuhkeshdanna. Como única respuesta dijo:
-¡Que mi ciudad se convierta en un montículo, dejadme convertirme en sus cascotes! ¡Yo nunca me someteré al señor de Uruk, señor también de Kullab!
Un mago hamazita
Después de haber sido destruida la ciudad de Hamazu, un mago, un masmash, cuya habilidad era la propia de un hombre natural de aquella ciudad, Urgirnunna, cuya habilidad era la de un hamazita, se fue a vivir a Aratta. Allí se dedicó a practicar la magia en la casa gipar, en su cámara interior. Un día, el ministro Ansiggaria dijo:
-Mi rey, los grandes padres de la ciudad construyeron fundaciones, pero, ¿Por qué no levantaron un palacio? ¿Por qué no aconsejaron que se hiciera frente a Uruk? En cuanto a mí, déjame atravesar el canal de Uruk. Déjame que someta a su rey y lo encierre en la celda de Aratta. Deja que mi gran ejército, del Oeste al Este, del mar a la Montaña de los Cedros, lo someta todo. Que el pueblo de Uruk transporte a Aratta sus propias posesiones en barcas y que las aten en el Ezagin de Aratta.
Aquellas palabras hicieron extremadamente feliz al señor de Aratta.
Ensuhkeshdanna dio cinco minas de oro al mago; le dio asimismo otras cinco minas de plata. Ordenó que le entregaran también finos vegetales para comer, así como buen agua para beber. Tras ello, le dijo:
-Cuando su hombre haya sido hecho prisionero, tu vida, tu actuación resolverá la disputa. Destruye lo que esté en tu mano.
Eresh, la ciudad de la diosa Nisaba
El mago, granjero de las mejores semillas, se encaminó hacia Eresh, la ciudad de la diosa Nisaba. Llegó al gran establo, la casa donde viven las vacas. La vaca al verle en el establo movió su cabeza hacia él. El mago le habló a la vaca. Conversó con ella como si fuera un ser humano:
-Oh, vaca, ¿Quién se come tu crema? ¿Quién se bebe tu leche?
La vaca le respondió:
-Nisaba se come mi crema, Nisaba se bebe mi leche. Mi queso, que está bien hecho para el sagrado mush, está colocado como se debe en la gran sede, la sede de Nisaba. Traerán mi crema del sagrado establo para el señor, traerán también mi leche del sagrado aprisco para el señor.
La fiel vaca salvaje Nisaba, la primogénita de Enlil, no dejaba levantarse al hombre.
-¡Vaca -dijo el mago, lanzando un conjuro- que tu crema vaya a tu cuerno, que tu leche vaya a tu lomo!
Y en virtud de la magia, la crema de la vaca fue a su cuerno y la leche a su lomo. Luego, el mago marchó al aprisco de las ovejas, al aprisco de Nisaba. La cabra al verle movió su cabeza hacia él. El mago le habló a la cabra. Conversó con ella como si fuera un ser humano:
-Oh, cabra, ¿Quién se come tu crema? ¿Quién se bebe tu leche?
La cabra le respondió:
-Nisaba se come mi crema, Nisaba se bebe mi leche.
La cabra repitió las mismas palabras que antes había dicho la vaca. Y el mago, asimismo, le lanzó un conjuro.
La maldición de Urgirnunna
Aquel día, el mago convirtió el establo y el aprisco en una casa de silencio, provocó la ruina. No había leche en la ubre de la vaca: el día se oscureció para el ternero; el ternerillo estaba hambriento, lloraba amargamente. No había tampoco leche en la ubre de la cabra: el cabritillo lloraba amargamente. El cabritillo y su cabra estaban tumbados, muriéndose de hambre, su vida se apagaba.
La vaca habló amargamente a su ternero; hizo lo propio la cabra a su cabritillo. La sagrada mantequera estaba vacía. Establo y aprisco estaban hambrientos, se estaban muriendo de hambre. Ese día el mago convirtió establo y aprisco en una casa de silencio. Causó su ruina.
El vaquero soltó su bastón y agitó su cabeza. El pastor colgó su cayado a su costado y lloró amargamente. El pastor joven no acudió al aprisco, el vaquero se alejó del establo. Su lechero no gritó, sino que marchó hacia un camino desconocido.
Utu materializa a Sagburru
Dos rabadanes -un vaquero y un ovejero- de Nisaba, hijos nacidos de una madre, criados en el establo y el aprisco, llamados, el primero, Mashgula, y el segundo Uredinna, se hallaban agazapados entre la basura de sus rediles. Ambos, ante la gran puerta de aquel dios, frente a Utu, el sol naciente, el lugar admirado del país, acudieron a pedir ayuda.
El mago, el hombre venido de Aratta, entró en el establo. Hizo escasa la leche allí: el ternerillo no podía conseguir nada. En el establo y en el aprisco ejecutó sus artes: hizo que escasearan la crema y la leche. Arrojando, adecuadamente, su talismán, causó la ruina. El día se oscureció. Poco después, y gracias a Utu (Shamash), el dios de la justicia, se materializó una anciana mujer, la cual se acercó al mago.
Ambos, mago y mujer -que también era maga- se examinaron, se estudiaron largamente. Tras ello se volvieron hacia Eresh; sin duda las aguas del Éufrates, el río de los dioses, serían las adecuadas para medir sus fuerzas. Por ello, se encaminaron a la ciudad, cuyo destino había sido decretado por An y Enlil.
Sagburru vs Urgirnunna
La anciana mujer, de nombre Sagburru, y el mago Urgirnunna intentaron demostrar la una al otro su propia superioridad. Los dos lanzaron su talismán, su nun, al río. El mago sacó una carpa gigante del agua, la anciana Sagburru sacó un águila del agua. El águila cogió la carpa gigante y se escapó a la montaña.
Por segunda vez lanzaron su talismán al río. El mago sacó una oveja y su cordero del agua, la anciana Sagburru sacó un lobo del agua. El lobo agarró a la oveja y la arrastró a la ancha estepa.
Por tercera vez lanzaron su talismán al río. El mago sacó una vaca y su ternero del agua, la anciana Sagburru sacó un león del agua. El león agarró a la vaca y su ternero y huyó al cañaveral.
Por cuarta vez lanzaron su talismán al río. El mago sacó un íbice y una oveja salvaje del agua, la anciana Sagburru sacó un leopardo del agua. El leopardo agarró al íbice y a la oveja salvaje y se escapó a la montaña.
Por quinta vez lanzaron su talismán al río. El mago sacó una pequeña gacela del agua, la anciana Sagburru sacó un tigre y un león del agua. El tigre y el león cogieron a la pequeña gacela y se escaparon a los bosques.
La desesperación de Urgirnunna
Visto todo aquello, el rostro del mago se oscureció: su mente se quedó confundida. La anciana Sagburru le dijo:
-Mago, quizá tienes poder mágico; pero, ¿Dónde está tu poder? ¿Cómo pudiste haber ido a Eresh, la ciudad de Nisaba, la ciudad cuyo destino fue decretado por An y Enlil, la ciudad primordial, la amada ciudad de la diosa Ninlil, a hacer tu magia? Has ido sin mi consentimiento, conozco tu audacia, has entristecido a Eresh.
El mago rogó humildemente, imploró a la maga diciéndole:
-Libérame, hermana mía, libérame. Déjame volver en paz a mi ciudad. Déjame escapar a Aratta, la Montaña de los lustrosos me. Déjame propagar tu grandeza por todas las tierras. Déjame cantar tu alabanza en Aratta, la Montaña de los lustrosos me.
La anciana Sagburru le respondió:
-En el establo y en el aprisco ejecutaste tu arte, hiciste escasas la crema y la leche. Has quitado la mesa de comer, tanto la de la mañana como la del atardecer. Interrumpiste la crema y la leche de la comida del atardecer de la Gran sede. Practicaste lo prohibido. Tu pecado es que no trajiste crema y leche del establo y del aprisco. Nanna, el rey, logrará que el establo y el aprisco den nuevamente leche. Él nombra el delito, lo castiga, pero también otorga la vida.
Dichas estas palabras, la anciana Sagburru, arrojó su talismán contra el mago. Luego, lanzó su cadáver, tras haberle cogido su fuerza vital, a las aguas del Éufrates. Después, se volvió a Eresh.
El amado señor de Inanna
Ensuhkeshdanna, habiendo oído aquel hecho, envió un hombre a Enmerkar, diciendo:
-“Eres el amado señor de Inanna, tú sólo eres glorificado. Inanna, verdaderamente, te ha elegido para su sagrado regazo. Tú eres su amado. Tú eres su gran señor, del Oeste al Este. Estoy subordinado a ti. Desde el momento de la concepción yo no fui tu igual. Tú eres el Gran hermano. Nunca podré igualarte”.
En la disputa entre Enmerkar y Ensuhkeshdanna, Enmerkar fue superior a Ensuhkeshdanna ¡Que la diosa Nisaba sea alabada!
Mitos Acadios
Bibliografía
- Federico Lara Peinado (2017). Mitos De La Antigua Mesopotamia: Héroes, dioses y seres fantásticos (pag.180). Enmerkar y Ensuhkeshdanna. Editorial Dilema. ISBN 8498273889.