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Anunnakis

El Poema de Atraḫasîs

Tiempo estimado de lectura: 73 minutos

En el «Poema de Atraḫasîs» se desconoce el origen de esta tablilla, restaurada, en parte, gracias a la unión de tres fragmentos (entera debía medir 21,5 x 17,5 cm) y que figura en el Museo Británico con la signatura BM 78942+. Se conoce un cuarto fragmento (MAH 16604 del Museo de Arte e Historia de Ginebra) que cuenta con, aproximadamente, quince líneas y que debió de formar parte de esta misma tablilla; sus bordes no se adaptan bien al resto del conjunto, siendo posible que formase parte de la gran laguna que la tablilla presenta en su parte superior izquierda.

El texto, de cuidada caligrafía, muestra una escritura un poco densa, pero resulta bastante fácil de leer. En la imagen que aquí se reproduce sólo se muestra la primera parte del anverso. El texto aparece, al igual que en el reverso, repartido en cuatro columnas de aproximadamente sesenta versos cada una. El espacio de separación entre las columnas aparece, verticalmente, bastante bien marcado.

Mitología Acadia

La maldición de Agadé

La maldición de Agadé

El Poema de Atraḫasîs o del Muy Sabio

Antes de la creación del Hombre

(I/I) Cuando los dioses (hacían) de hombres,
Tenían que trabajar y estaban atareados:
Su tarea era considerable,
Su trabajo pesado, su labor infinita.
(5) ¡Pues los grandes Anunnaku, a los Igigu,
Imponían una séptuple prestación de trabajos!
El padre de todos ellos, Anu, era su rey;
Enlil, el valiente, era su soberano;
Ninurta, su [encar}gado,
(10) Y Ennugi, su capataz.
Tras llegar a un acuerdo (?),
Los grandes dioses habían echado a suertes lo que
le correspondía a cada uno:
Anu subió al Cielo;
Enlil tomó, como dominio, la Tierra (?),
(15) [Y el cerrojo que enc]erraba (?) el mar
Se entregó a Enkí, el Príncipe (?).
[Cuando Anu] subió al cielo,
[Los dioses (?) del] Apsû descendieron hasta allí:
[Fue entonces cuando los Anunnaku] celestes
(20) [Impu]sieron a los Igigu [su prestación de trabajos].
Y estos dioses que excavar
[los cursos de agua]
[Y abrir los canales] que vivifican la tierra
Los Igigu que excavar
[los cursos de agua]
[Y abrir los canales] que vivifican la tierra.
(25) [Así, ellos abrieron] el curso del Tigris,
[y, des]pués, [el del Éufrates}.

Poema de Atraḫasîs

(27-32) Casi perdidos por completo; se conservan algunas palabras, al final de verso, que nos indican que a lo largo de estas líneas proseguían los grandes trabajos preliminares. Un fragmento de la edición asiria (K. 8562 del Museo Británico, cuya continuación se verá más adelante) parece añadir en este punto cuatro versos acumulativos destinados a reforzar el carácter penoso e infinito de dichas tareas:

(a) [Durante cien (?) años] se entregaron a la tarea
[Durante quinientos (?) años] se entregaron a la tarea
[Durante novecientos (?) años] se entregaron a la tarea
[Durante mil (?) años] se entregaron a la tarea
(33) [Después de haber acumulado (?)] todas las montañas,
[Hicieron el recu]ento [de los años] trabajados,
(35) [Después de haber organizado (?)]
el gran pantano meridional,
[Hicieron el recu]ento [de los años] trabajados.
[¡(Durante) dos mil q]uinientos años, y más,
Habían, día y noche,
Soportado [esta pesada car]ga!
[Ellos, entonces, comenzaron a des]potricar y a quejarse,
(40) [Laméntan]do[se] de sus labores de excavación (?):
«iVayamos a ver al encargado, [nuestro jefe],
Para que nos libre de nuestra [pesa]da tarea!
Al valiente soberano de los dioses,
[Ven]id, vayamos a sacarlo de su casa
(45) [A Enlil (el valiente), el so]berano de los dioses,
[Ven]id, vayamos a sacarlo de su casa»
[Entonces…] abrió la boca
[Y se dirig]e a los dioses, sus hermanos:
[…], el encargado de tiempos pasados (?)…

Poema de Atraḫasîs

(50-56) Debían de contener la continuación de la arenga dirigida por este dios (cuyo nombre no conocemos) a los Igigu para hacer que dejasen de trabajar. Uno o dos fragmentos de inicios del I milenio, pertenecientes a los fondos del Museo Británico (K. 10082 y K. 6325), de 7 u 8 líneas, no aportan nada destacable a dicho pasaje.

(57) «¡Al valiente sobera[no} de los dioses,
Venid, vayamos a sacarlo de su casa!
¡A Enlil [(el orgulloso), el so]berano de los dioses,
(60) Ve[nid], vayamos a sacarlo de su casa!
¡Éa!, declarad la guerra:
Añadamos la batalla al combate (?)».
Los dioses escucharon su súplica
Y quemaron su utillaje,
(65) Arrojaron sus azadas al fuego,
(66 s.) Y a las llamas sus capazos.
Después, agrupados, marcharon
A la puerta del santuario de Enlil el valiente.
(70) ¡De noche, en mitad de la vigilia
Y, a espaldas del dios, se cercó el palacio
De noche, en mitad de la vigilia
Y, a espaldas del dios, se cercó el Ékur!
Pero Kalkal, sabiendo lo que sucedía, hizo que lo cerraran:
(75) Él maneja el cerrojo y vigila [la puerta].
Después, Kalkal despierta a [Nuska],
Mientras se escuchaba el alboroto [de los Igigu];
Y Nuska despierta [a su se]ñor,
[Al que] saca de su lecho:
(80) «¡[Tu pal]acio está rode(ado), mi Señor!
¡El comba[te se ha ex]tendido hasta tu puerta!
¡Tu palacio está rodeado, oh Enlil!
¡El combate se ha extendido hasta tu puerta!»
Enlil ordenó que se trajesen las armas a su casa,
(85) Después abrió la boca
Y se dirige a Nuska, su paje:
«¡Nuska, levanta una barricada ante tu puerta!
(90) ¡Toma tus armas y ponte a mis órdenes!»
¡Nuska levanta una barricada ante su puerta,
Toma sus armas y se puso a las órdenes de Enlil
Después, él abrió la boca
Y se dirigió a Enlil el valiente:
«¡Mi Señor, tu rostro está verdoso!
Son tus propios hijos, ¿qué temes?
(95) ¡Oh Enlil, tu rostro está verdoso!
Son tus propios hijos, ¿qué temes?
Envía a buscar a Anu; que [se] le haga descender
Y que también se traiga a Enki [ante t]u presencia!»
Él, entonces, manda a buscar a Anu,
al que [se] hace descender,
(100) Y también se lleva a Enki [an]te su presencia.
Anu, el rey del [Ci]elo, presidía (la reunión),
Y el rey del Apsû, Enki, lo escuchaba [todo (?)],
Mientras se [sen]taban los grandes Anun[naku].
Enlil se puso de pie: se a[bría] el debate.
(105) Enlil, habiendo abierto, entonces, la boca,
Se dirige a [los gra]ndes [dioses]:
«¿Ellos se ha[n rebela]do contra mí?
¡Pues bien, me batiré…!
¡Oh dioses!, ¿qué es lo que han visto mis ojos?
(110) ¡El combate se ha extendido hasta mi puerta!»
Anu abrió entonces la boca
Y se dirige a Enlil el valiente:
«(Si quieres saber) la razón (?) por la que los Igigu
Han asediado tu puerta,
(III: 115) Que Nuska salga [a preguntarla (?)]:
[Encárgate que cumpla esa] misión
Ante tus hijos!»
Enlil, [entonces], ab[rió] la boca
Y se dirige a [Nuska, su paje]:
(120) «Nuska, descorre el cerrojo de [tu puerta],
Co[ge] tus armas,
Y vete, ante [todos esos dioses] agrupados,
A postrarte, levánta[te],
[Y repite] nuestras [palabras]:
“¡Me envían Anu, [vuestro padre],
(125) Y vuestro soberano, [Enl]il [el valiente];
[Ni]nurta, vuestro encargado,
Y vuestr[o] capataz, [En]nugi!
Ellos os quieren decir: ‘¿Quién [va],
entonces, a combatir?
¿Quién saldrá a [batal]lar?
(130) ¿Quién [osará] hacer la guerra?’”»

(131-133) Se han perdido y, con ellos, el final del discurso dictado a Nuska.

(134) [Nuska, ante todos esos] dioses [agrupados],
Repite, entonces, literalmente, [las palabras de Enlil]:
«¡Me envían Anu, vuestro [pa]dre,
[Vuestro soberano], Enlil [el valiente];
[Ni]nurta, [vuestro encargado],
Y [vuestro capataz, En]nugi!
(140) [Ellos os quieren decir]: “¿Qu[ién va entonces, a com]batir?
¿Qu[ién saldrá a batal]lar?
¿Qui[én osará hacer la gu]erra?”»

Poema de Atraḫasîs

(143-146) Destruidos, contenían el final del discurso de Nuska y las primeras palabras de la respuesta del portavoz de los Igigu (sin duda, el mismo que, anteriormente, los había incitado a la revuelta), cuya respuesta prosigue del siguiente modo:

(147) «Hemos puesto (todo) nuestro [esfuerzo (?)]
En esta ex[cavación (?)]:
¡[El] traba[jo excesivo] nos ha matado!
(150) ¡[Nuestra] car[ga] era demasiado pesada,
[el trabajo era infinito}!
Ésta es la razón que (?) [a los dioses al] comp[leto]
Nos ha llevado [a quejarnos contra Enli]!»
Nuska volvió [,entonces, a coger sus armas}
Y se march[ó a informar a Enlil (?) de estas palabras]:
(155) «¡Mí Señor, [tú] me [enviaste] a […]
Yo partí […]
Y repetí, literalmente, tus palabras!
[Y esto fue lo que ellos me respondieron (?)]·
“(Nosotros) to[dos, los di]oses [al completo],
(160) [Hemos decidido (?)] batirnos.
Hemos puesto (todo) nuestro [esfuerzo (?)]
En esta excavación (?):
¡El t[rabajo] excesivo nos ha matado!
Nuestra [car]ga era [demasiado pesada],
Este trabajo era infinito!
Ésta es la razón que (?) a los dioses [al c]ompleto
(165) [No]s ha [llevad]o a quejarnos contra Enlil!”»
Al escuchar este discurso,
Enlil [de]rramó lágrimas
Y, tras ello,
Se diri[ge a] Anu, el v[aliente]:
(170) «Alteza, contigo en el Cielo […]»

Poema de Atraḫasîs

(171-188) Perdidos en la tablilla de Kasap-Aya. Sin embargo, b, un fragmento de inicios del I milenio perteneciente a los fondos del Museo Británico (K. 7109 +), conserva probablemente la continuación de dicho discurso, al menos ad sensum:

(b 1′) «Alteza (?), contigo en el Cielo
Conserva (?) tu autoridad y haz uso de ella (?):
¡Mientras los Anunnaku se sientan en tu presencia,
Haz comparecer a uno (de estos) dios(es)
Y que sea condenado al castigo supremo!»
(5′) Pero Anu abr[ió] la boca
[Y se di]rige a los dioses, sus hermanos:
«¿Por qué los [cu]lpamos?
¡Su carga era pesada, su trabajo inf[inito]!
[Cada dí]a […]
(10′) [Su grito de auxilio] era [cosa se]ria:
[Nosotros no (les) o]ímos dar voces…

Poema de Atraḫasîs

La Creación del Hombre

Éa propone un plan de salvación: crear sustitutos para los dioses desfallecidos. Otro fragmento, procedente, también, del Museo Británico, pero de fecha más antigua y casi contemporáneo del texto de Kasap-aya: c (BM 78257), presenta una versión ligeramente diferente: la llamada a la indulgencia no la realiza Anu sino Éa, quien rápidamente propone un plan de salvación:

(c 1′) Éa, habiendo [abierto] la boca,
Se dirige a los dioses, [sus her]manos:
«¿Por qué los [culp]amos?
¡Su tarea era pesada, [su labor infinita]!
(5′) Cada día […]
Su grito de auxilio era cosa ser[ia…]
Pero existe [un remedio para esta situación (?)]:
Dado que [Bêlet-ilî, la Matriz], está aquí,
Que fabrique un prot[otipo de hombre]:
(10′) ¡Será él quien car[gue] con el yugo [de los dioses (?)]
[Quien ca]rgue con el [y]ugo [de los Igigu (?)]:
[Será el Hombre quien cargue] con su [traba]jo!

Poema de Atraḫasîs

La versión «asiria», representada por Éa, el fragmento ya citado anteriormente (I: 27-32): K. 3339 +, nos permite conocer un episodio que puede ser introducido en este momento del relato: en él, los dioses supremos buscan al instigador de la revuelta.

(a 5′) «En presencia de los Anunnaku, reunidos en sesión,
Y de Bêlet-ilî, la Matriz,
¡Hace comparecer a uno (de esos) dios(es)
[Y se le mata (?)]!»
Anu, habiendo entonces abierto la boca,
se dirige a Nuska:
«¡Nuska, descorre el cerrojo de tu puerta!
Toma tus armas [… (?)]
(10′) (Una vez) llegado a la reunión de los grandes dioses (!),
Inclínate [… después vuelve a ponerte de pie (?)]
Y diles: “[…]
Me envían Anu, vuestro padre,
Vuestro soberano, Enlil el valiente;
Ninurta, vuestro encargado,
[Y vuestro capataz Annugal (?)]
(15′) ¿Quién es el instigador del combate, [el jefe bélico],
El dios que ha empezado la [lucha],
Llevando [el conflicto] hasta mi casa,
Hasta tal punto que la gresca
Ha llegado a mi puerta?”»
Nuska, tras oír estas palabras, toma sus armas […].
(20′) (Una vez) llegado a la reunión de los grandes dioses (!),
[Se inclina…, luego se pone de pie (?)]
Y les dice: «[…]
[Me envían] Anu, [vuestro padre],
[Vuestro soberano, En]lil el valiente;
[Ninurta, vuestro encargado,
Y vuestro capataz (?)] Annugal.
(25′) ¿Quién es el instigador del combate, [el je]fe bélico,
[El dios que ha em]pezado la lucha,
[Llevando el conflicto hasta la cas]a de Enlil…

Poema de Atraḫasîs

En este punto se recupera el texto de Kasap-Aya:

(188) […]
Dado que Bê[let-ilî, la Mat]triz, está aquí,
(190) ¡Ella será quien dé a luz (?) y produzca
Al Hombre para asegurar el trabajo de los dioses!»
Interpelando, entonces, a la diosa, ellos preguntaron
A la sabia mujer de los dioses, a la experta Mammi:
«¿Serás tú la matriz que produzca a los hombres?
(195) ¡Pues bien! ¡Fabrica el prototipo humano:
Que él cargue con nuestro yugo!
¡Que él cargue con nuestro yugo, impuesto por Enlil!
¡Que el hombre asuma el trabajo asignado a los dioses!»
Pero Nintu, habiendo abierto la boca,
Replica a los grandes dioses:
(200) «¡No puedo hacerlo sola, por mí misma;
Pero, con la ayuda de Enki,
La operación sí que es posible!
Sólo él puede “puri[fi]carlo” todo:
Que él me entregue la arcilla y yo lo llevaré a cabo»
Enki, entonces, abrió la boca
(205) Y se dirige a los grandes dioses:
«El primero el séptimo o el decimoquinto día del mes,
Decreto que se lleve a cabo una lustración con baño.
Entonces, se inmolará un dios,
Antes de que (?) los dioses sean purificados mediante la inmersión.
(210) Con su carne y su sangre,
Nintu mezclará la arcilla:
De este modo el dios y el hombre estarán asociados,
Reunidos en la arcilla,
¡Y, a partir de este momento, nosotros estaremos ociosos (?)!
(215) ¡Gracias a la carne del dios
Habrá en el Hombre un “alma”,
Que lo presentará siempre vivo después de su Muerte.
Esta “alma” estará allí para guardarlo del olvido!»
(219) Y los grandes Anunnaku,
(220) Que asignan los destinos,
(218) Al unísono respondieron: «¡Sí!».
(221) El primero, el séptimo o el decimoquinto día del mes
Enki decreta, por tanto, una lustración con baño,
Y el dios Wê, que tenía el «alma»,
Es inmolado en plena asamblea.
(225) Con su carne y con su sangre
(226) Nintu mezcla la arcilla,
«Para que se uniesen el dios y el hombre,
Estuviesen reunidos en la arcilla»
(227) Y para que así, des[de este momento], (los dioses)
estuviesen ociosos.
(v) Gracias a la carne del dios
Hubo también en el Hombre un «al[ma]»,
Que lo presentaría siempre vivo después de su muerte.
(230) Esta «alma» [estaba allí] para guardarlo del olvido!
Después de que Enki hubiese amasado esta arcilla,
Llamó a los Anunnaku, los grandes dioses,
Y a los Igigu (convertidos, ellos también,)
en grandes dioses,
Que escupieron sobre la arcilla.
(235) Después, [Ma]mmi abrió la boca
[Y se di]rige a los grandes dioses:
[«¡El tr]abajo que me habías encargado,
Ya lo he realizado!
Habéis inmolado a ese dios con su “alma”,
(240) Y yo os he liberado de vuestra pesada tarea,
Imponiendo vuestra labor al Hombre.
Cuando vosotros concedáis a los hombres
El rumor de la pululación
¡Yo soltaré vuestra cadena y seréis “libres”!».
Una vez que ellos oyeron este discurso,
(245) Corrieron a abrazarle los pies:
«Hasta ahora, decían, te llamábamos Mammi:
Que, a partir de este momento, tu [no]mbre
Sea Señora de Todos los Dioses (Bêlet-kala-îli)!»
Entonces, entraron en la sala de los destinos
(250) Enki el príncipe (?) y la experta Mammi

Poema de Atraḫasîs

(251-270) Hay perdidas 19 lineas. Un fragmento de la Biblioteca de Assurbanipal, d (K. 7816 +, también del Museo Británico), describe así los acontecimientos:

(d 8) Habiendo sido reunidas las matrices,
Éa amasa la arcilla ante la mirada de Nintu,
(10) Quien repite la fórmula
Que Éa, sentado ante ella, le dictaba.
Cuando ella terminó dicha fórmula,
Separa catorce pedazos de pasta,
Coloca siete a su derecha
(15) Y los otros siete a su izquierda:
Después levanta entre ellos una pared de ladrillo

Poema de Atraḫasîs

El manuscrito neo-asirio (a), ya citado anteriormente, nos ofrece la continuación del relato:

(a 10´) […] cortaba los cordones umbilicales.
De las catorce matrices
Reunidas por la sabia experta:
Siete produjeron machos
Y las otras siete hembras.
(15´) Ante la Matriz divina, hacedora de destinos,
Se las empareja
Y se las reúne dos a dos.
Y, así, Mammi traza
Las reglas (del parto) de los seres humanos:
“En la habitación en que se tiende,
Encamada, la parturienta,
Tendrá que estar durante siete días la pared de ladrillo.
(20´) Se deberá rendir honores a la Señora de los dioses,
A Mammi la experta.
La comadrona estará alegre
En la habitación de la encamada parturienta.
Y, cuando ella haya dado a luz,
La joven madre permanecerá en el lecho, de acuerdo con su voluntad…

Poema de Atraḫasîs

(271-278) tomamos, en este caso, estos ocho versos de un fragmento paleobabilonio del Museo Británico, (f) (BM 92608), que parece reproducir, con bastante fidelidad, el texto de Kasap-Aya.

(f 271) […]
[…] los senos de (cada) mujer
[…] la barba
[…] las mejilla de (cada) hombre
(275) […] y fuera,
Cada marido y cada esposa […] Ahora bien, una vez reunidas [las mat]rices,
Nintu [se detuvo]:
[Ella co]ntaba los meses de embarazo
(280) Hasta que en la sala de los destinos
Se anunciaba el décimo.
(VI) Llegado el décimo mes,
Ella desenvainó el “bastón” (?) y descubrió (?) el bajo vientre (?):
¡Su rostro brillaba de alegría!
Después se cubrió la cabeza
(285) Y se comportó como una comadrona:
Se ciñó los lomos,
Pronunció una bendición,
Trazó una línea de harina
Y levantó en el lugar una pared de ladrillo, (diciendo):
“¡Yo la produje, yo la hice con mis manos!
(290) ¡Que en la casa de la “consagrada”
La comadrona esté alegre!
Allí donde una parturienta dé a luz,
O donde una joven madre aborte por sí misma,
La pared de ladrillo deberá permanecer durante nueve días,
Durante los cuales, en honor de Nintu la Matriz
(295) Y de Mammi […], será mencionada
Es ella quien […] la matriz
Y quien dispondrá la estera
Y cuando se dirija al lecho para dar a luz,
Se separarán el mar[ido y la mu]jer.
(300) Pero, cuando se vuelvan a –re-unir,
Ištar estará alegre en la cámara [nupcial (?)].
El regocijo [dura]rá nueve días,
Y se invocará a Ištar bajo el nombre de Išḫara…

Poema de Atraḫasîs

(305-327) íntegramente perdidos y sin que se conozca ningún paralelo. Es evidente que, una vez iniciado el movimiento de las generaciones humanas, los hombres se dedicaban, con empeño, al trabajo y así comenzaba esta parte del texto:

La “Historia primitiva” de la humanidad

(a) Las primeras plagas

(328-336) sólo se conservan algunas palabras (la columna VII comienza en el verso 334) que nos dejan entrever que los primeros seres humanos se organizaban y comenzaban a realizar su tarea:

El trabajo y el éxito de los hombres

(337) Ellos fabricaron picos y azadas nuevos,
Después construyeron grandes diques de riego
Para satisfacer el hambre de los hombres
Y el deseo [de los dioses]

Poema de Atraḫasîs

(340-351) Nueva laguna. En estos versos, sin duda, se informaba sobre los logros y la prosperidad de los hombres.

Y sus inconvenientes

(352) [No habían pasado] mil doscientos años
[Y el territorio se había ampliado] Y la población multiplicado.
El pa[ís, como un to]ro, alzaba tanto la voz
(355) Que [el ruido] molestó al dios soberano

Poema de Atraḫasîs

Molesto por el ruido, Enlil quiere diezmarlos mediante una plaga

[Cuando Enlil escuchó] su rumor,
[Se dirigió a] los grandes dioses:
“El rumor de los humanos [ha llegado a ser demasiado fuerte]:
¡No consigo dormir [a causa de dicho alboroto]!
(360) ¡[Ordenad, por tanto,] que sufran la epidemia!

Poema de Atraḫasîs

(361-363) Perdidos, anunciaban el inicio de la plaga y sus primeros desastres.

Intervención del Muy Sabio:

Hab[ía], sin embargo, [cierto individuo Muy Sabio],
Devoto de Enki y mu[y hábil,]
Que podía conversar co[n su dios],
Quien, gustosamente, lo tenía [como interlocutor.]
El Muy Sabio abrió, entonces, la boca
Y se dirigió a [su] señor:
(370) “¿Cuánto tiempo [va a durar esta epidemia? (?)]
¿Por cuánto tiempo padeceremos esta peste?”

Poema de Atraḫasîs

Respuesta e instrucciones de Enki:

Enki abrió la boca
Y se dirigió a [su] servidor:
-”Convoca en tu casa a los ancianos y diles- (olvidado por el copista)
“¡Ancianos, escuchadme!
(375) […] en el palacio (?) […]
[Orde]nad que los heraldos públicos pro[cla]men
Con gran estrépito por el país:
¡No rindáis mas honores a vuestros dioses!
¡Ni imploréis más a vuestras diosas!
(380) Y sólo frecuentad a Namtar:
¡Sólo a él ofrecedle vuestros platos cocinados!
El aceptará gustoso esas ofrendas
Y, confuso por culpa de tantos presentes,
Suspenderá su acción maléfica!”.

Poema de Atraḫasîs

Rápidamente llevadas a la práctica por el Muy Sabio:

(385) Siguiendo estas instrucciones, el Muy Sabio
Reunió en su casa a los ancianos
Y, [habiendo ab]ierto la boca,
Se dirigió a ellos:
“¡Ancianos, escuchadme!
(VIII 390) […] en el palacio (?) […]
[Ordenad] que los heraldos públicos proclamen
[Con gran es]trépito por el país:
[“¡No rindáis mas honores] a vuestros dioses!
[¡Ni imploréis má]s vuestras diosas!
(395) Y sólo [frecuen]tad a Namtar:
¡Sólo [a] él [ofrecedle vuestros paltos cocinados]!
El aceptará gustoso esas ofr[endas]
Y, confuso por culpa de tantos presentes,
Suspenderá su acción maléfica!”
(400) Obedeciendo esta or[den, los an]cianos
Construyeron en la ciudad
Un santuario para Namtar
Y ordenaron [que los heraldos públicos] proclamasen
[Con gran es]trépito [por todo el país]
(405) “[¡No] rindáis [más] honores a [vuestros d]ioses!
[¡Ni] imploréis más [a vuestras diosas]!
Y sólo frecuen[tad a Namtar]:
¡Sólo a él [ofrecedle] vuestros paltos cocinados!”
El [acep]tó gustoso esas ofrendas
(410) [Y, con]fuso por culpa de tatos presentes,
[Suspen]dió su acción maléfica:
Así [se pus]o [fin a la epidemia]
Y de nuevo [prosperaron (?)].

Poema de Atraḫasîs

(414-415) Los dos últimos versos de esta tablilla se han perdido.

Con la prosperidad vuelve a comenzar el ruido:

(II/I 1) No habían pasado mil doscientos años
Y el territorio se había ampliado
Y la población multiplicado.
El país, como un toro, alzaba tanto la voz
Que el ruido molestó al dios soberano.

Poema de Atraḫasîs

Y, en esta ocasión, Enlil les envía la sequía y la hambruna:

(5) Cuando [Enl]il escuchó su rumor,
Se dirigió a los grandes dioses:
“El rumor de los humanos ha llegado a ser demasiado fuerte:
¡No consigo dormir a causa de dicho alboroto!
¡Cortadle, por tanto, los víveres
(10) Y que escaseen las plantas alimenticias!
¡Que Adad reduzca las lluvias a la nada,
Y que, en la tierra, la crecida
No se llegue a originar!
¡Que el viento (cálido) llegue a
(15) Tostar el suelo!
¡Que las nubes se amontonen,
Pero sin derramar la más mínima gota!
¡Que los campos disminuyan su producción!
¡Que Nisaba “cierre su pecho”!
(20) ¡Que ellos no disfruten de más alegr[ía]
Y que […] reducido/a a humo!”

Poema de Atraḫasîs

(22s) El resto de la columna –alrededor de 30 versos- se ha perdido. A lo largo de estos versos se tenía que narrar: a) la sequía y la hambruna anteriormente señaladas; (b) una nueva petición del Muy Sabio a Enki; (c) las instrucciones de éste para poner fin a la plaga. El texto de Kasap-Aya, muy lleno de lagunas, se puede completar, en parte, gracias al fragmento (g), descubierto en Nippur, otra copia de la misma edición antigua, perteneciente al Museo de Estambul y que figura con la signatura Ni 2552+.

El Muy Sabio hace que se cumplan las órdenes de Enki:

(g II 5) [“¡Ancianos, escuchadme!]
[… el palacio (?)…]
[Ordenad a los heraldos públicos que proclamen]
Con gr[an estrépito por todo el país]:
“¡No rind[áis más ho]nores a vuestros dioses!
(10) ¡Ni imploréis más a vuestras [dio]sas!
Y sólo [honra]d a Adad:
¡[Só]lo [a él] ofrecedle vuestros platos cocinados!
El aceptará gustoso [esas ofrendas]
Y, confuso por culpa de tantos presentes,
(15) Suspenderá su acción maléfica:
Por la mañana él hará que llovizne
Y por la noche, a escondidas,
Condensará el rocío,
De tal modo que los campos, en secreto,
(20) Recuperen su producción!”
Se construye, entonces, en la ciudad,
un santuario dedicado a Adad
Y se ordena a los heraldos públicos que proclamen
Con gran estrépito por todo el país:
“¡No rindáis más honores a vuestros dioses!
(25) [¡Ni] imploréis más a vuestras diosas!
Y sólo honrad a [Adad]:
¡Sólo a él [ofrecedle] vuestros platos cocinados!”
El [acep]tó gustoso esas ofrendas
Y, [co]nfuso por culpa de tantos presentes,
(30) [Sus]pendió su acción maléfica:
Por la mañana hizo que lloviznase
Y por la noche, a escondidas,
[Cond]ensó el rocío,
[¡De tal modo que los campos, en se]creto,
Recuperaron su producción!
(35) Así se puso fin a [la sequía/la hambruna (?)]
Y, de nuevo, […] su […]

Poema de Atraḫasîs

(36 s) El final de la columna –alrededor de quinde versos- ha desaparecido. La continuación, hasta la columna VII, sólo está atestiguada, de manera muy incompleta, por el fragmento paleobabilonio anteriormente citado ((g)/Ni 2552+). Gracias a la continuación del relato y a algunas de las palabras sueltas que se conservan podemos restituir la siguiente secuencia de acontecimientos:

  • 1) La humanidad, liberada, recupera al mismo tiempo su prosperidad y su estrépito;
  • 2) Enlil, irritado, como siempre, por dicho alboroto, decide en esta ocasión repetir, con más intensidad, la plaga anterior, la sequía/hambruna, en vez de dar paso a una nueva;
  • 3) Con esta finalidad, hace adoptar a los dioses una resolución y confía la estricta vigilancia de cada una de las dos partes del mundo interesadas en este conflicto a uno o dos dioses: el cielo a Anu y a Adad y la tierra al propio Enlil en persona, con el fin de que, a partir de este momento, se controle hasta la más mínima humedad capaz de poner fin a los efectos de la sequía;
  • 4) Ante dichas medidas nada se podía hacer. De ahí la continuación del relato:

Mitos Sumerios

Nanna

Nanna y los Utukku Lemnutu

Ninurta

Las hazañas de Ninurta

Desesperación del Muy Sabio:

(III 4) (El Muy Sabio) se pasaba los [dí]as llorando,
Tras haber traído, por la mañana,
(Material) para preparar fumigaciones […]
(8+10) Prestaba [atención] a sus sueños
(11) [Y, constantemente, en] el santuario de su dios,
(12-14) Permanecía [postrado (?)], llorando…

Poema de Atraḫasîs

(15-35) Los escasos restos de estas líneas que se conservan permiten deducir que el Muy Sabio, por si mismo o, sin duda, siguiendo los consejos de su dios, se entregaba a la realización de una serie de operaciones de exorcismo, contando, quizá, con “el Rio” para que se llevase las causas del mal que asolaba a los hombres. Enki escuchaba esta súplica y, al parecer, ordenaba participar a los Lahmu, unos monstruos acuáticos o marinos, de un modo que desconocemos. Este proyecto, sin embargo, se debía de ver interrumpido y no se llegaba a dar ningún remedio eficaz para la plaga: de tal modo que, en el momento en que se recupera el texto, al inicio de la columna IV, se ve cómo ésta dobla sus efectos.

La sequía empeora:

(IV 1) Arriba […]
Mientras que, abajo, la crecida
No se o[riginaba] Ya no nacía nada del seno de la tierra
(5) Las plantas ya no nacían […];
Ya no se veía a nadie […].
Las para[deras] de hierba (?) se secaban;
¡La llanura se cubría de Sali[tre]!

Poema de Atraḫasîs

Y la hambruna también:

Durante el primer año se comieron las res[ervas];
(10) Durante el segundo año se vaciaron los graneros;
Cuando lle[gó] el tercer año,
Todas los rasgos estaban alterados por causa de la inanición.
Era como si [las caras] estuviesen cubiertas de malta (¡?),
Y, a fuerza de tomar un color plomizo (?) […],
(15) Los ros[tros] parecían marchitos.
Todos caminaba, fatigados, po[r las calles],
Contrayendo sus largos hombros

Poema de Atraḫasîs

(18 ss) La continuación, en principio mutilada, ha perdido alrededor de treinta líneas. La parte conservada de los primeros versos de la columna V nos impide llegar a apreciar el curso de los acontecimientos. Sin embargo, parece que Enki, convencido quizá por las plegarias de su servidor, hace que intervengan una serie de agentes y de circunstancias sobre los que nada sabemos, atenuando asé, en cierta medida, el hambre. De ahí las críticas realizadas por Enlil:

Reproches de Enlil a Enki:

(V 13´) ¡Lle[no] de cólera [contra los Igigu]!
“[Todos nosotros], dijo, los grandes Anun[naku],
(15´) Aceptamos, unánim[emente, un compromiso]:
¡Anu [y Adad] vigilarían [las regiones de arriba],
Y yo, yo, vigilaría la tier[ra, aquí abajo].
Después, Enki [intervino] [Para liberar a los hombres], soltando sus cade[nas]
(20´) Y permitiéndoles [una rica producción]!”
[…]

Poema de Atraḫasîs

Enlil convoca, para reñirles, a los cómplices de Enki:

Y Enlil, habiendo [abierto una vez más] la boca
[Se dirige] a Nuska, su paje:
“¡Que sean traídos aquí los dos cómplices (?)
(25´) Y que sean pre[sentados] ante [mí]!”
Se les hizo entrar, entonces,
Y, dirigiéndose a ellos [Enlil] el valiente
Les dijo: “[To]dos [nosotros], los grandes Anunnaku,
Aceptamos unánimemente un compro[miso]:
(30´) ¡Anu y Adad vigilarían las regiones d[e arriba],
Y yo, yo, vigilaría la tierra, a[quí abajo]!
Después, inter[viniste] tú,
[Para liberar a los hombres, soltando sus cadenas
Y permitiéndoles una rica producción]!

Poema de Atraḫasîs

(34´ s.) Otra gran laguna; se han perdido las 15 últimas líneas de la columna V y las 35 primeras de la VI. La continuación del relato nos permite deducir que se habría reunido una asamblea plenaria de los dioses, sin duda convocada por Enlil, quien, harto de ver fracasar sus planes, quería, en esta ocasión, acabar definitivamente con los hombres, enviándoles el mayor de los cataclismos: el Diluvio. En el momento en que el texto se recupera, ante dicha asamblea y pensando, evidentemente, en Enki y en sus cómplices, Enlil recuerda sus órdenes, que, hasta el momento, habían sido vanas.

Enlil recuerda sus órdenes, ridiculizadas hasta el momento:

(36´) ¡Adad [hizo que] sus lluvias [volviesen a caer]
Y [el verdor] cubrió de nuevo las praderas,
Mientras [el cielo (?)] aparecía cubierto
De nubes cargadas de agua!
“¡No, no alimentéis más a los hombres!
(40´) ¡No le proporcionéis más grano!”

Poema de Atraḫasîs

Enki se ríe de las faenas que le gastó a Enlil o de las que le prepara:

Pero, en su rincón (?),
En plena asamblea de los dioses, le entró la risa –
En su rincón,
[En plena as]amblea de los dioses, a Enki le entró la risa

Poema de Atraḫasîs

(45´-48´) Prácticamente perdidos en su totalidad. Enlil reacciona ante esta falta de respeto.

Enlil reitera sus reproches a Enki:

(49´) ”Todos [nosotros], los gran[des Anunnaku],
[Aceptamos] unánimemente [un compromiso]:
(51´) ¡Anu y Adad [vigi]larían las regiones de arriba,
[Y y]o, yo, vigilaría la tierra, a[quí abajo]!
Entonces, interviniste tú,
[Para lib]erar a los hombres, soltando sus cadenas
(55´) Y permitiéndoles una rica producción!
[…]”

Poema de Atraḫasîs

(VII: 1-30) Faltan. Aquí vuelve a comenzar el texto de Kasap-Aya, cuyo contenido aparece duplicado en el fragmento paleobabilonio (g) que nos ofreció el contenido de las últimas columnas. Entre tanto, Enlil debió de dar a conocer su decisión de provocar el Diluvio exterminador. Los dioses discuten esa medida en su presencia.

Enki, tras recordar que había creado a los hombres en beneficio de los dioses, se opone al Diluvio:

(30´) [“De este modo yo os liberé de vuestra pesada carga,]
[Imponiendo] vuestra la[bor a los hombres].
Vosotros, entonces, [les conc]edistéis el rumor (de la pululación).
Después, incluso, de haber inmolado [a un dios]
(Para concederles) el “al[ma]”;
¿Y ahora, [reu]nidos, ord[enaís]
(35´) [Su eliminación (?)]?
¿Legaréis a dec[idir] Su vuelta a la n[ada]?
(Vosotros habéis decidido).
¡Hagamos que, en este sentido, preste juramento (!)
Enki, el príncipe (?)!”
(40´) Y Enki, ab[riendo] de nuevo la boca,
Se dirige (otra vez) a los di[oses, sus hermanos]:
“¿Por qué me queréis ligar con un juramento?
¿Acaso puedo yo alzar la mano contra [mis] cri[aturas]?
Y ese Diluvio del que hab[láis],
(45´) ¿Qué es? ¡Yo [lo ignoro]!
¿Soy yo quién [lo] tiene que producir?
¡No, ésa es tarea [de Enlil]!
¡Que se él, él, quien tome la decisión [y dé las órdenes]:
Y, entonces, que Sullat y [Hanis]
(50´) Partan [encabezando] (el fatal cortejo);
Que Ner[gal arranque] los soportes de las compuertas celestes;
Que [Ninurta] vaya
A hacer que se desbor[den las presas de aquí arriba]!

Poema de Atraḫasîs

(54´ s.) Nueva fractura de una treintena de líneas, una o dos al final de la columna VII y el resto al inicio de la VIII. Final de la discusión, antes de la decisión final.

Se decide el Diluvio:

(VIII: 34) Los dioses tomaron, entonces, la decisión final:
¡Una faena bien malvada jugada por Enlil a los hombres!

Poema de Atraḫasîs

(b.) El Diluvio:

El Muy Sabio recurre a Enki, que le responde por medio de un sueño que él, rápidamente, explica de manera indirecta

(III/I 1) [El Muy Sabio] abrió, entonces la boca
[y se dirige] a su señor:

Poema de Atraḫasîs

(3-10) Se han perdido; en ellos estaban incluida la súplica del héroe. Enki, decidido a oponerse a los efectos aniquiladores del Diluvio, envía a su servidor un sueño premonitorio:

(11) [El Muy Sabio] abrió [entonces] la boca
[Y se dirige] a su señor:
“¡Explícame el sentido [de este sueño],
Para que comprenda su contenido
Y acepte las consecuencias!”
(15) Y [Enki], habiendo abierto la boca,
Se dirige a su servidor:
“Dices que quieres comprender [este sueño]
(19) ¡Pues bien, recuerda exactamente
(18) El mensaje que aquí te entrego!:
(20) “¡Pared, escúchame bien!
¡Empalizada, recuerda todo lo que te voy a decir!
¡Derriba tu casa para construirte un barco!
¡Abandona tus bienes,
Para salvar tu vida!
(25) El barco que tienes que construir
[…] con los lados iguales –
[…] ¡Téchalo, para que, al igual (que sucede con) el Apsû,
(30) El sol no vea su interior!
¡Estará cerrado por todos los lados,
Y su equipación deberá ser sólida
Y su calafateado grueso y resistente!
Después, yo haré que lluevan

Poema de Atraḫasîs

La espera del Diluvio:

(35) Profusión de pájaros y canastos de peces!”
¡Enki, entonces, abrió la clepsidra y la llenó,
Ajustándola para la llegada del Diluvio, siete días después!
Una vez que el Muy Sabio hubo recibido estas instrucciones,
Reunió a los ancianos
(40) Y, habiendo abierto la boca,
Se dirige a ellos:
“Mi dios [ya] no está [de acuerdo] con el vuestro
¡Enki y Enlil están enfadados!
¡Ello me obliga a abandonar [vuestra ciudad (?)],
(45) Pues soy dev[oto de Enki]!
Así, se ha deci[dido] lo siguiente:
Por ello, [no] permaneceré más tiempo en [vuestra ciudad],
[Mis pies] no pi[sarán por más tiempo] El territorio de Enlil,
¡Pero yo […] con los dioses y […]!
(50) [¡Así] se ha decidido!”

Poema de Atraḫasîs

(51 s.) El final de la columna I (5 líneas) y las 9 primeras de la II están totalmente destruidas. En ellas, sin duda, se describía la continuación de las órdenes de Enki.

Ejecución de las órdenes de Enki:

(II 10´) Los ancianos […]
Los carpint[eros con sus doladeras],
Los mimbre[ros provistos de sus mazas de piedra],
[Los más pequeños traían] betún,
Los más pobres [el equipamiento]

Poema de Atraḫasîs

(15´-29´) Desconocemos la continuación de los preparativos, narrada en las tres líneas siguientes. Finalmente, se aprecia como el Muy Sabio comenzaba a cargar el barco:

(30´) Todo el [oro] que tenía,
Toda [la plata] que tenía,
[A los animales] “puros” (?) […]
A los más gordos (?) […],
Los captura y los embar[ca].
(35´) [Pájaros] emplumados del cielo,
Rebaños […] Bi[chos…] de la estepa
[A todos,] él los emba[rca].
Y, […] cuando la luna [desapa]reció (?),
(40´) Invita a los suyos a un banquete […],
[…],
Después de haber embarcado a su familia.
[Se com]ió, entonces, copiosamente
[Y se bebi]ó abundantemente.
(45´) El, sin embargo, no dejaba de entra y de salir,
Sin llegar nunca a sentarse o a ponerse en cuclillas,
El estaba así de desesperado y de mareado.

Poema de Atraḫasîs

El Diluvio:

Después, el tiempo cambia de aspecto
Y Adad resonaba entre las nubes.
(50´) Tan pronto como se escuchó el gruñido del dios,
Se añadió betún para obturar la escotilla,
Y, apenas se había cerrado ésta,
Adad atronó entre las nubes,
Mientras un viento furioso, con un primer golpe,
(55´) Rompía las amarras y soltaba el barco.

Poema de Atraḫasîs

(56´ s) Al parecer, han desaparecido una o dos líneas del final de la columna II y las tres o cuatro primeras de la III.

(III: 5) […] la tempestad
[…] enganchados (?) […]
[Anzu arañaba] el cielo,
[Con] sus [ga]rras.
[¡La tempestad golpeaba] la tierra,
(10) Interrumpiendo su rumor [igual que (se rompe un cacharro)]!
¡Y, [desencadenado] el Diluvio,
Transcurre la maldición
[Al igual que la guer]ra sobre los hombres!
¡Nadie veía ya a nadie:
Nada resultaba discernible en esta carnicería!
(15) [El Dil]uvio mugía como un toro,
E, [igual que] un águila [que ch]illa,
El viento [aullaba].
Las tinieblas eran [profundas],
El sol había desaparecido.
[Las personas (?) morían (?)] como moscas.
(20-22) […]

Poema de Atraḫasîs

Actitud de los dioses durante el Diluvio:

(23) […] el estruendo del Diluvio
Asustaba (?), incluso, a los dioses.
(25) ¡E[nki] había perdido la razón,
[Al ver (?)] como eran arrancados sus hijos
[An]te sus ojos!
[Nin]tu, la gran señora,
Ponía de manifiesto [su ho]rror en sus labios,
(30) Mientras los Anunnaku, los grandes dioses,
[Segu]ían débiles por culpa del hambre y la sed.
Ante este espectáculo, la diosa estalla en sollozos,
La comadrona divina. Ma[mmi], la experta:
“¡Que desaparezca este día (, gritaba,)
(35) Que regrese a las tinieblas!
Pero, ¿Cómo yo, en la asamblea de los di[oses],
He podido, junto con ellos,
Enlil, mediante un discurso tan hábil
(40) Como el de la famosa Tiruru,
Ha convertido mis palabras en vanas!
Sin embargo, yo, en persona,
He escuchado la llamada de socorro de los hombres:
¡Mi progenie, sin que yo haya podido hacer nada,
(45) Ha ido cayendo como moscas!
¿Cómo voy a seguir quedándome aquí,
Ahogados mis gritos, en este lugar de luto?
Voy a subir al Cielo
Para no permanecer por más tiempo
(50) En esta funesta residencia (?).
Allí arriba se ha trasladado Anu, nuestro jefe (?),
Y los dioses, sus hijos, que escucharon su llamada,
Después de haber decidido, de manera desconsiderada, el Diluvio
¡Y (haber) condenado a los humanos a esta hecatombe!”

Poema de Atraḫasîs

(55) Perdido, al igual que las tres líneas siguientes, las primeras de la columna IV.

(IV: 4) Así se lamentaba (también) Nin[tu…]:
“¡Cómo! ¿se ha producido, entonces, [este Diluvio (?)]?
Los hombres han llenado el mar
Igual que se llena el rio de pequeñas moscas.
¡Como trozos de madera,
helos aquí amontonados sobre la playa! –
¡Como trozos de madera arrojados,
helos aquí, apilados sobre la orilla!
(10) Al verlos, yo derramaba lágrimas:
¡Ahora, ya acabé de lamentarme por ellos!”
¡El llanto calmó su corazón!
Así gemía Nintu,
Suspirando (?) sin emoción (?),
(15) Y los dioses, con ella, se lamentaban por la tierra.
Harta de desesperación,
La diosa tenía ganas de beber cerveza:
Allí donde ella estaba, llorando,
Estaban también ellos, como corderos
(20) Apretujados alrededor de un abrevadero,
Con sus labios secos por causa de la angustia,
(23 + 22) Y titubeantes por causa de la inanición.

Poema de Atraḫasîs

El Diluvio se prolonga:

(Durante) siete días y siete no[ches]
Prosiguieron la borrasca,
la batiente lluvia y [el Diluvio]
Allí donde […]
Fue abatido […]

Poema de Atraḫasîs

(29-53) Se ha perdido el final de la columna, salvo algunos pocos signos ininteligibles.

(V: 1-29) igual que en los versos anteriores. A lo largo de este pasaje tenían lugar los siguientes hechos:

  • 1) El Diluvio termina;
  • 2) El barco debió de abordar la cumbre en la que hace escala; y, quizás,
  • 3) El Muy Sabio envía pájaros para saber dónde podía desembarcar (tal como lo veremos hacer más adelante. §25)

El Muy Sabio desembarca y, de inmediato, ofrece una comida a los dioses.

(30) [El desperdiga] a los cuatro vientos
[Toda la carga del barco.]
Después sirve [una comida sacrificial (?)]
Para satisfacer la alimentación de los dioses,
¡[Aspirando] el buen olor, [los di]oses
(35) Se agruparon alrededor del banquete, [como mosc]as!

Poema de Atraḫasîs

Quejas de Nintu contra Enlil:

[Pero, una vez que] lo habían consumido,
[Nin]tu se puso de pie
Y, ante todos, se quejó:
(39 s.) “Anu, jefe nuestro, ¿desde dónde llega (esto) hasta nosotros?
¿Y Enlil? ¿Ha participado, así pues, él en el banquete,
El, que desconsideradamente decidió el Diluvio
Y condeno a los hombres (a padecer) esta catástrofe,
Mientras vosotros tomabais, con él,
Esa decisión final?
(45) ¡Actualmente, los rostros de los hombres
Han desaparecido entre las tinieblas!”
Después, acercando (la mano) al gran collar de “moscas”
Que Anu [le] había […], ella dijo:
“¡Mi destino era, así pues,
Estar desesperada por su culpa!
(50) ¡Que Anu me saque de mi desamparo
Y me ilumine el rostro!
¡Hasta la mañana, yo quiero […]
(VI: 1) En […]!
¡Que [estas] “moscas”
Formen un collar de lapislázuli en [mi] cuello,
Para recordarme, siempre, estos días [funestos (?)]!”

Poema de Atraḫasîs

Enlil se enfurece al constatar que lo han engañado:

(5) Pero, cuando En[il el valiente] vio el barco,
Se encolerizó con los Ig[igu], (y exclama)
“Todos nosotros, los grandes Anunnaku,
Habíamos decidido, en conjunto, prestar un juramento.
(Se trata del juramento secreto relacionado con el Diluvio §19).
¿Por qué, entonces, un ser vivo
Ha escapado a la destrucción?
(10) ¿Cómo ha sobrevivido un hombre a la carnicería?”
Anu, entonces, abrió la boca
Y se dirige a Enlil el valiente:
“¿Quién, además de Enki,
Habrá podido hacer esto?
(15) ¡Yo [por mi parte (?)], no he revelado nuestro propósito (?)!”

Poema de Atraḫasîs

Enki se declara responsable:

Pero [Enki] abrió la boca
[Y se dirige] a los grandes dioses:
«¡Si, yo lo hice en contra de la voluntad de todos vosotros!
[Yo s]alvé a un ser vivo […]
(20-23) […]
¡Cálmate, [oh Enlil…],
La pena que tú decidas, [al (verdadero) culp]able
Le deberá ser infligida,
A cualquiera que haya desobedecido tus ordenes!»

Poema de Atraḫasîs

(27-38) perdidos. En ello Enki hacía hincapié en que quizás había tenido razón al salvar a la raza humana. Y, sin duda, los dioses (tras una intervención de Nintu (?)) decidían, entonces, conceder al Muy Sabio, superviviente del Diluvio, la inmortalidad, después de haber preservado, a partir de ese momento, el futuro de los humanos. Ignoramos si es Enki o Nintu quien expresa su satisfacción al final de la laguna.

Últimas medidas tomadas por Enki para evitar en el futuro la superpoblación:

(39) “Ellos tuvieron a bien decidir […],
¡[Yo, yo he cal]mado mi ánimo!”
[Enlil] abrió la boca
[Y se di]rige a Enki el príncipe (?):
“¡Bien. Llama a Nintu, la Matriz,
Y reflexionad los dos en la asamblea!”
(45) [Enki] abrió, entonces, la [bo]ca
[Y se dir]ige a Nintu, la Matriz:
“¡Oh divina [Mat]riz, tú que estableces los destinos,
Impón, entonces, a los hombres la muerte
(49-51) […]
(VII: 1) Además, la triple (?) ley que se aplicará a los hombres:
Entre ellos, además de mujeres fecundas,
También habrá (otras) infecundas;
Entre ellos actuará con rigor la funesta Demoniesa,
Para rapar a los bebés
(5) De las rodillas de sus madres;
¡Instituye, igualmente, las mujeres consagradas:
Ugbabtu, entu e igisitu,
Con su veto particular
Que les prohíbe ser madres!

Poema de Atraḫasîs

(9-41) han desaparecido íntegramente, sin que se pueda, siquiera, llegar a imaginar su contenido.

(VIII: 1-8) igual que en la laguna anterior.

(9) ¡Cómo, a pesar [del Diluvio] deci[dido] por nosotros,
(10) El Hombre ha sobrevi[vido a la carnicería]!
¡Por ti, oh soberano de los [grandes di]oses,
Siguiendo [tus] instrucciones,
Yo presenté este com[bate],
(15) ¡Este can[to],
Que, tras haberlo escuchado, los Igi[gu]
Exaltan tu grandeza!
(19) ¡Oídme, entonces, cantar
(18) El Diluvio universal!

Poema de Atraḫasîs

(5) A diferencia de los que sucede en las dos primeras partes del relato, del que sólo conservamos algunos fragmentos en los manuscritos más recientes, contamos, dentro de esta misma documentación, con grandes fragmentos que nos informan sobre los restantes episodios principales de nuestro mito: la historia antigua del hombre, las primeras plagas y, posteriormente, el Diluvio. Con el propósito de ver, de la mejor manera posible, cómo la obra “original”, de la que hemos dado cuenta hasta el momento, pudo posteriormente ser retomada, más o menos adaptada, vuelta a escribir, aumentada e incluso, en algún caso, cercenada, resulta mucho más conveniente, como ya indicamos más atrás, ofrecer a partir de ahora la traducción, continuada, de todos estos fragmentos.

(e) Se trata del pasaje más extenso, perteneciente a la Biblioteca de Assurbanipal (668-627) y depositado en el Museo Británico con la signatura K.3339 + (con anterioridad hemos ofrecido ya la traducción de algunos pasajes).

Enlil desea diezmar a los hombres mediante la epidemia por culpa de los inconvenientes derivados de la prosperidad de aquéllos:

(IV: 1) [No habían transcurrido mil doscientos años]
Y el territorio ya había sido amplia[do]
[Y la población multiplicada].

Poema de Atraḫasîs

Epidemia por culpa de los inconvenientes derivados de la prosperidad de aquéllos.

Pero el rumor molesta a Enlil:
Con todo ese alboroto no conciliaba el sueño.
El, entonces, tocó a asamblea
(5) [Y se di]rige a los dioses, sus hijos:
“El rumor de los humanos se ha hecho muy fuerte:
estoy molesto,
Y [con (todo) este alboroto] soy incapaz de conciliar el sueño.
¡[Ord]enad, por tanto, que sobre ellos caiga la epidemia,
(10) [Para que] Namtar [dism]inuya su rumor!
¡Que soplen contra ellos, como una tempestad,
[Enf]ermedades, fiebres, epidemias y pestes!”
[Ellos], entonces, [ord]enan que cayese la epidemia,
Para que Namtar disminuyese el tumulto
De los hombres:
(15) Y soplaron contra ellos, como una tempestad,
[Enf]ermedades, fiebres, epidemias y pestes.

Poema de Atraḫasîs

El Muy Sabio y la intervención de Éa:

[Pero el] destino de un hombre, llamado el Muy Sabio,
Era vigilado por Éa, [su señor]:
Pues si él no […] con él,
(20) Su dios, Éa, (gustosamente) le tomaba por interlocutor.
El Muy Sabio abrió entonces la boca, toma la palabra
[Y se dirige] a Éa, su señor:
“Los hombres se quejan, mi señor Éa:
¡[El m]al enviado por vosotros consume la tierra!
(25) Señor Éa, las gentes murmuran:
¡[El mal] enviado por los dioses consume la tierra!
Dado que vosotros nos habéis creado,
¡[Alej]ad, por tanto, de nosotros enfermedades, fiebres, epidemias y pestes!”
[Éa abrió la boca, to]ma la palabra
Y se dirige al Muy Sabio:
(30) «[Ordenad] que los heraldos públicos [proclamen]
Con gran estrépito por todo el país:
“[No rindáis más honores a vuestros dioses,]
Ni imploréis más a vuestras diosas,
Simplemente, practicad el culto de [Namtar]:
[Sólo a él presentadle] vuestras ofrendas alimenticias,
Sólo a él [llevadle vuestros platos cocinados (?)],
(35) [Y bendecidlo sólo a él (?)]».
¡[Entonces, confuso (?) a causa de tantos] presentes,
El suspenderá su acción maléfica!”
[Enlil], entonces, tocó a asamblea
Y se dirige a los dioses, sus hijos:

Poema de Atraḫasîs

La plaga se detiene, pero Enlil, todavía molesto, envía la sequía:

“Así pues, no les causéis más […]
¡Y, sin embargo, lejos de disminuir,
[Los hombres] son más numerosos que antes!
(40) ¡Su rumor me molesta
Y con (todo) ese alboroto no puedo conciliar el sueño!
¡Cortad, entonces, los víveres a los hombres
Y que escaseen sus plantas alimenticias!
¡Que Adad, arriba, modere sus lluvias;
(45) Que, abajo, bloquee los cursos de agua,
Y que no se origine la crecida!
¡Que los campos disminuyan su producción:
Que Nisaba “cierre su pecho”,
Que se sequen las verdes (?) praderas
Y que la extensa llanura se cubra de salitre!
¡Que la tierra “dé vuelta” a su seno,
Para que de él no salgan más verduras,
Ni crezcan los cereales!
(50) ¡Así sobre los hombres caerá una maldición,
Las matrices, trabadas, no portarán más niños!”
Los dioses, entonces, cortaron los víveres a los hombres
Y sus plantas alimenticias escasearon.
Adad, arriba, moderó sus lluvias;
(55) Y bloqueó, abajo, los cursos de agua,
Y la crecida no se originó.
Los campos disminuyeron su producción:
Nisaba “cerro su pecho”,
Las verdes (?) praderas se secaron,
Y la extensa llanura se cubrió de salitre.
La tierra “dio vuelta” a su seno
Y no salieron de él más verduras,
Ni crecieron los cereales.
(60) Así cayó sobre los hombres una maldición,
Las matrices, trabadas, no portaron más niños.
(v: 2) ¡Mientras [Éa, con sus monstruos,]
(1) Guardaba el cer[rojo que cerraba (?) el mar],
[Adad], arriba, [moderaba sus lluvias],
Aba[jo], bloqueaba los cursos de agua
[Y la crecida no se originaba].
(5) Los cam[pos] disminuyeron [su producción]:
Nisaba [había “cerrado su pecho”],
Las verdes (?) praderas se habían secado,
Y la extensa llanura se ha[bía cubierto de sal]itre.
La tierra había “dado la vuelta” a su s[eno,
Y, así, de él no nacían más verduras,
Ni crecían los cereales]!
[Había caído] una maldi[ción] sobre los hombres,
Las matri[ces, trabadas, ya no porta]ban más niños.
(10-11) […]

Poema de Atraḫasîs

La hambruna empeora:

[Cuando] llega [el segundo año
Se vacían] los graneros;
[Cuando] llega [el tercero,
Todos los rasgos] habían cambiado por culpa [de la inanición;
(15) Cuando llega el cuarto],
(Las personas) ocupaban [cada vez menos espacio:
(Con) sus anchos hombros] contraídos,
[Ellos deambulaban, agobiados], por las calles;
[Cuando llega el quinto],
Las hijas no dejaban [entrar] a sus madres,
[Y las madres no a]brían ya [la puerta a sus hijas –
(20) Las hi]jas controlaban el pedo de sus madres,
Las madres [el de sus hi]jas;
[Cuando llega el sexto año,
Se sirvió] a las hijas como comida
Y a los [hijos como pitanza]!
Los […] estaban llenos de […]:
[Una casa] devoraba a la otra.
(25) Era (como) si [los rostros] estuviesen cubiertos [de malta (!?)
A las personas sólo les quedaba] un hi[lo] de vida.

Poema de Atraḫasîs

Nueva intervención de Éa a petición del Muy Sabio:

[Pero el desti]no del hombre llamado el Muy Sabio,
Era vigilado por [E]a, s[u dios]:
¡Pues si él no […] con él,
(30) [Su dios], Éa, lo tomaba (gustosamente) por interlocutor!
Ahora bien, el Muy Sabio [deja de frecue]ntar a su dios
E instala su lecho a orillas del río,
Mientras todos los cursos de agua estaban secos.
(VI: 1) [Cuando llega] el [segundo] año
[Se vacían los graneros];
Cuando lle[ga el tercero],
Todos los rasgos habían cambiado por culpa [de la inanición];
Cuando lle[ga] el cuarto,
(Las personas) ocupaban [cada vez me]nos espacio:
(5) (Con) sus anchos [hombr]os contraídos,
Ellos deambulaban, agobiados, por las calles;
Cuando llega el quinto,
Las hijas no dejaban entrar a sus madres,
Y las madres no abrían, ya, la puerta a sus hijas –
Las hijas contr[olaban] el peso de sus madres,
[Las madres] el de las hi[jas];
(10) Cuando llega el sexto año,
Se sirvió [a las hijas] como co[mida] Y a los hijos como pitanza!
Los […] estaban llenos de […]:
Una casa d[evoraba] a la otra.
Era (como) si los rostros estuviesen [cubiertos] de malta (!?)
(15) ¡A las personas sólo [les quedaba] un hilo [de vida]!
La misión que […] habían recibido […],
Entraron […],
[…] las instrucciones del Muy Sabio:
“Señor, el país […],
(20) Que sólo se le […] un signo…

Poema de Atraḫasîs

(21-23) Perdidos, antes del final del fragmento de tablilla. El relato quizá continuaba en un pequeño trozo, separado de esta última, en el que solo se lee el principio de cinco líneas:

(24 s.) Ininteligibles.

(26) Después de que […] ¡Yo descenderé al Apsû para permanecer cerca de ti!
El primer año […]

Poema de Atraḫasîs

(h) Otro fragmento, más reciente (posterior al 500), procedente del mismo museo (BM 39099).

Enlil molesto por el alboroto:

(Rev. I: 1) [Enlil abrió la boca, tomó la palabra]
Y se diri[ge a los dioses, sus hijos:
“¡El rumor de los hombres] se [ha vuelto a hacer demasiado fuerte,]
Con (todo) [su] alb[oroto] no p[uedo conciliar el sueño]!
Ordenad, por tanto, que [Anu y Adad]
Vigilen [las regiones celestes];
(5) (Que) Sîn y Nergal [,entre los dos, (vigilen) la tierra],
Y el cerrojo que cier[ra (?) el mar],
Que lo guarde Éa co[n sus monstruos (?),]
Y ordenad que Anu y [Adad]
Vigilen las regiones [celestes];
(Que) Sîn y Nergal, entre los dos, la tierra;
(10) Y que el cerrojo que cierra (?) el mar,
Lo guarde Éa con [sus] monstruos (?).”

Poema de Atraḫasîs

Nueva petición del Muy Sabio:

Entretanto el Muy Sabio, él, […]
Siempre llorando […]
Presentaba las ofrendas […]
(15) Mientras los canales […]
Y la noche estaba en calma (?) […]

Poema de Atraḫasîs

(17-44) (Fin de la columna) perdidos, con excepción de algunas palabras sueltas o del inicio de otras al principio de cada verso; resulta imposible restaurar el contexto. Se diría que, en un principio, el Muy Sabio, de noche, en la orilla del río, bajo la supervisión de Éa y siguiendo sus consejos, lleva a cabo un ceremonial, posiblemente un exorcismo. Después, Éa parece satisfacerlo y manda a uno de sus “monstruos” (¿quizás un lab[mu]?), no sabemos en concreto con que finalidad, si bien parece, con toda verosimilitud, que para socorrer a los hombres.

Reproches de Enlil a Éa:

(II: 1) […]
“¡[Yo ordené] que Anu y Adad
Vigilasen las regiones ce[lestes];
(Que) Sîn y Nergal (vigilasen), entre los dos, la tierra;
[Y (que) el cerrojo que cierr]a (?) el mar;
(5) [Lo guardases t]ú, con tus monstruos (?)!
¡[Sin embargo, tú has ayu]dado a los hombres a prosperar todavía más!”
[…] el vasto mar
Repitieron a Éa el mensaje de [En]lil:
“¡[Yo orden]é que Anu y Adad
Vigilasen las regiones celestes;
(10) (Que) Sîn y Nergal, entre los dos, la tierra;
[Y (que) el cerrojo que cie]rra (?) el mar
[Lo gua]rdases [tú] con tus monstruos (?)!
¡[Sin embargo], tú has ayu]dado a los hombres a prosperar todavía más!”

Poema de Atraḫasîs

Éa se disculpa:

[Éa] abrió la [boca], tomó la palabra
(15) [Y se dirige] a los mensajeros de Enlil:
“[En verdad] tú habías ordenado
Que «Anu y» (el copista olvidó el nombre de Anu) Adad vigilasen las regiones celestes;
(Que) [Sîn y Ne]rgal (vigilasen), entre los dos, la tierra;
[Y (que) el cerrojo que cie]rra (?) el mar
[Lo guar]dase [yo] con mis monstruos (?).
(20) [Pero cuando…] se me escaparon […],
3600 (medidas) de peces [-…],
[Otros tantos peces normales…]
[Y…] peces [-…], que yo había separado:
¡Todo esto desapareció
A consecuencia de una rotura [del cer]rojo del mar!
[Después de haber re]ñido (?) a los Guardianes del mar,
(25) Les impuse […] como castigo.
Y haber[los] castigado una primera vez,
Les impuse, [de nuevo], otra pena!”
[…] recibi(ero)n este mensaje,
[Y, tras haber cruzado (?)] el vasto mar,
(30 s.) [Fu(er]o)n a repetirse[lo] a Enlil el valiente:
“¡[En verdad] tú habías ordenado
Que Anu y Adad vigilasen las regiones celestes;
(Que) [Sin y Ne]rgal (vigilasen), entre los dos, la tierra;
[Y (que) el cerrojo que cie]rra (?) el mar
(35) Lo guardase [y]o con mis monstruos (?)!
Pero cuando […] se me escaparon,
3600 (medidas) de peces [-…],
Otros tantos peces normales […]
[Y…] peces [-…], que yo había separado:
¡Todo esto desapareció
A consecuencia de una rotura [del cer]rojo (del mar)!
(40) Después de haber reñido (?) a los Guardianes del mar,
Les impuse […] como castigo.
Y (tras) haberlos castigado una primera vez,
Les impuse, de nuevo, otra pena!”

Poema de Atraḫasîs

Enlil decide entonces hacer prestar juramento a todos los dioses a propósito del Diluvio:

[En]lil abrió entonces la boca, toma la palabra
(45) Y se dirige a la asamblea de los dioses al completo:
“¡Venid todos a prestar juramento con respecto al Diluvio!”
En primer lugar se hizo jurar a Anu;
Después juró Enlil y, con él, sus hijos

Poema de Atraḫasîs

La continuación se ha perdido.

(i) Un tercer fragmento de tablilla, procedente también del mismo museo (BM 98977 + 99331) y de la misma época que el anterior, nos permite conocer uno o dos episodios más del relato, pero de acuerdo con una presentación diferente.

El Muy Sabio pregunta a Éa por el amenazante Diluvio:

(Anv. 1) “¡Señor Éa, te he oído entrar:
[He e]scuchar unos pasos parecidos a los tuyos!”
[Y el Muy Sabio] se inclina, se postra,
Después se vuelve a poner de pie (ante Éa),
Y volviendo a abrir [la boca], (le) dice:
(5) “[Señor], te he oído entrar:
[He escucha]do unos pasos parecidos a los tuyos; –
[Señ]or [Éa], te he oído entrar:
[He escucha]do unos pasos parecidos a los tuyos!
[…] siete años
(10) ¡Tu […] ha hecho morir de sed (?) a los desgraci[ados]!
[…] –fractura reciente-: ¡yo he visto tu cara!
¡Enséñame, por tanto, cuál es tu [plan (?)]!”
[Éa] abrió la [bo]ca, tomó la palabra
[Y se diri]ge a la pared de cañas:
(15) “[¡Empalizada, oh empalizada!] ¡Pared, pared!
Escucha, [empalizada…]

Poema de Atraḫasîs

(17 s.) Se desconoce la cantidad de versos que figuraban en la parte inferior del anverso de la tablilla.

Se inicia y se desencadena el Diluvio:

(Rev. 1) […] [El s]itúa […]
[Y, una vez de]ntro, obtura [la escotilla].
Entonces, el huracán –fractura reciente- (el copista señala la existencia, en este punto, de una laguna ocurrida a consecuencia de una fractura reciente del manuscrito que reproduce). Provoca la temp[estad].
(5) Adad cabalgaba a los cuatro vientos sus mulos:
¡Viento del Norte, viento del Sur, viento del Este, viento del Oeste!
Soplaban borrascas, aquilones y ráfagas.
Se precipitaba el viento malo… y los demás
-fractura reciente- tras él se abalanzaba el viento del Sur
(10) Y silba el viento del Oeste.
[…] iba […]
El carro de los dioses […]
[Aso]la, flagela, levanta [la tierra (?)].
Ninurta [avan]zaba,
[Dejando desbordar] los embalses celestes.
(15) Nergal arrancaba los pun[tales de las compuertas del cielo].
Con sus garras, [An]zu ara[ñaba] el cielo.
[…] el país: ¡él rom[pía] el ánimo (?) como si fuese un cachorro!
Y el Diluvio apareció […]
¡La maldición pasa sobre los hombres [como una garra]!
(20) Anu […] el estrépito del Diluvio
[…] hacía temblar, incluso, a los dioses.
A una orden suya, le trajeron a sus hijos
[…] todo lo necesario.

Poema de Atraḫasîs

La continuación ha desaparecido.

(j) Un pequeño fragmento, más antiguo (sin duda de la segunda mitad del II milenio), depositado con la signatura CBS 13532 en el Museo de Filadelfia, añade a lo que ya sabemos algunos aspectos de interés. Sólo se puede descifrar su reverso, a pesar de estar bastante estropeado.

Instrucciones de Éa con relación al barco salvador:

(Rev. 2) “Explicaré […]
[…] se apoderará, de un golpe, de todos los hombres.
[…] antes de que aparezca el Diluvio,
(5) Todos los […] serán reunidos […]
Construye un gran barco […]
Su estructura deberá ser de excelentes cañas:
¡Será un navío llamado “Salva vidas”!
Téchalo sólidamente.
[Dentro de ese barco], una vez que lo hayas construido,
(10) ¡[Embarca…] animales salvajes, pájaros del cielo!
Amontónalos […]…”

Poema de Atraḫasîs

(k) Fragmento todavía más reciente (primera mitad del I milenio), perteneciente al Museo Británico, signatura DT 42. Se trata de un fragmento de tablilla del que sólo es legible su anverso.

Instrucciones de construcción y carga del barco:

(2) “[…] como circulo.
De arriba abajo. [el calafateado] debe de ser espeso.
[…] llena de estopa, herméticamente, [la carena (?),
(5) Después espera] el momento en que yo [te] indicaré.
Entonces, entra [en el barco] y tira de la esco[tilla],
Después de haber [cargado] en él tu trigo, tus bienes, [tus] riquezas,
A t[u mujer], a tu familia, a tu parentela, a tus artesa[nos],
[A animales] salvajes, grandes y pequeños:
¡A todo aquello que se alimente de hierba,
(10) [Y que yo te en]viaré: ellos te esperarán ante tu casa!”
[El Muy] Sabio, habiendo, entonces, abierto la boca, toma la palabra
[Y se dir]ige a Éa, su señor:
“¡Pero yo [nunc]a he construido un barco [… (?)]!
Dibújame el plano en el [sue]lo,
(15) Y, cuando lo haya visto, sabré [construirlo]!”
[E]a dibuja, entonces, [el plano] en la tierra:
“[Haré] todo lo que me has ordenado, mi Señor!”

Poema de Atraḫasîs

Notas

“Muy sabio” es una traducción del término acadio (que también aparece escrito como Atar-ḫasîs y Atram-ḫasîs). El manuscrito más antiguo de esta obra está firmado y datado y su copista (su autor, evidentemente, se desconoce) respondía al nombre de Kasap-Aya (o Nur-Aya, pues el primer signo cuneiforme no es unívoco) y llevó a cabo su trabajo bajo el reinado del cuarto sucesor de Hammurabi, Ammi-saduqa (1646-1626 a.C.). Es muy probable que el poema haya sido creado durante el siglo anterior.

Dicho poema no es una traducción del sumerio, ni tampoco un nuevo arreglo de una obra pensada y redactada en dicha lengua; todo, en ella, pone de manifiesto que se trata de una composición original, típicamente paleobabilonia. El poema fue dado a conocer a través de los restos de una de las copias descubierta entre los escombros de la Biblioteca de Assurbanipal (668-627 a.C.). Pero sólo en 1956 el asiriólogo danés J. Laessoe al poner en orden los fragmentos encontrados, demostró que estábamos ante el “Génesis” más antiguo que se conoce y que, desde un punto de vista religioso, abarcaba toda la “historia” primitiva de la humanidad, desde el momento en que ésta salió de las manos de su creador hasta el final del Diluvio y el inicio del “tiempo histórico”.

Se pudieron reconstruir, aproximadamente, las dos terceras partes del poema, que en su versión más antigua contaba exactamente con “1245 líneas”, de acuerdo con el cómputo cuidadosamente señalado al final de su copia por el diligente Kasap-Aya. Esta obra todavía presenta muchos pasajes que resultan terriblemente arduos y complejos o enigmáticos, tanto en sí mismos como por culpa de las lagunas que los rodean. Actualmente podemos dar por segura tanto la comprensión del conjunto de dicho texto como la de la mayoría de sus episodios.

Se ha perdido irremediablemente, al menos hasta hoy, pasajes enteros del poema. Esta dificultad, sin embargo, se puede superar en algunos casos: cuando se trata de una de esas numerosas y habituales repeticiones de tiradas enteras de versos o cuando se recurre a fórmulas estereotipadas que, si bien no permiten restituir los paralelos perdidos, si, al menos, tanto en lo que precede como en lo que sigue al texto conservado, nos permite adivinar bastante bien la trayectoria del mismo.

Conocemos al menos tres o cuatro reediciones que, en lo que respecta a la línea argumental del relato y a su contenido general e incluso, en más de una ocasión, con relación a su contenido puntual, no siempre coinciden en los detalles y que reflejan, cada una de ellas, el espíritu o el gusto de su autor y de su época. Se trata de una situación molesta y lamentable, mucho más si tenemos en cuenta que ninguna de ellas está completa y que no tenemos más que fragmentos.

Mesopotamia

Inframundo Sumerio

El inframundo sumerio

Referencias

  • Samuel Noah Kramer, Jean Bottero (2004). Cuando los dioses hacían de hombres. Pags. 541-562. Editorial: Ediciones Akal. ISBN 978-84-460-1762-2.